Después de algún tiempo sin leer historia, he leído este ensayo escrito por Philipp Boeselager, único superviviente de los conjurados que intentaron matar a Hitler.
En los primeros capítulos nos presenta a su familia, sus orígenes allá por 1917 en Renania, la educación liberal que recibió, su estancia en un colegio de los jesuitas. Junto con su hermano Georg se incorpora a la caballería del ejército alemán.
En los primeros compases de la guerra, estuvieron en el frente francés… momento que aprovecha para contar algunas anécdotas del comportamiento caballeroso de ambos ejércitos, de la utilidad de la caballería en una guerra donde la artillería tendría tanta relevancia.
Desde las experiencias en el frente ruso, las penurias, su encuentro con el SS Bach-Zelewski, donde abiertamente le reconocen el exterminio de judíos y zíngaros, las decisiones de Hitler como estratega aficionado, los fusilamientos masivos por parte de las SS, la falta de apoyo logístico al ejército. Todo esto le lleva a una reflexión personal, y en una conversación con el primer oficial del Estado Mayor Tresckow, este le dice: “El marscal no debe empezar a depender del Führer, le necesitamos en nuestro combate contra Hitler”. Philipp sabe que no está solo y que hay esperanza.
Durante el año 1943, se suceden los intentos por acabar con el Führer, pero no llegan a materializarse; el más conocido el de los explosivos camuflados en unas botellas de coñac. Años más tarde, en el 2004 le preguntarán a Phillip porqué no lo intentaron más veces, la respuesta fue: … “era un período de guerra, nuestro deber como oficiales era asegurar que nuestros hombres sobrevivieran y que volvieran a la patria”.
Philipp será el encargado de llevar los explosivos al general Stieff, que se supone se entregó a Claus von Stauffenberg; este disponía de explosivos provenientes de cuatro fuentes diferentes, la Gestapo sólo detectaría dos de estas fuentes.
El 18 de Julio Phillipp se pondría en camino hacía Berlín con 1.200 jinetes, pero la noticia del fracaso del Claus von Stauffenberg, le hace regresar al frente ruso, a esperar acontecimientos… la purga de Hitler no le alcanzaría, pero todos cayeron: Tresckow (suicido), Oster, Beck, Stauffenberg, Stieff, von Oertzen, von Lehndorff, Schultze-Büttger, von Kluge (suicidio). Como se comenta en el libro para que una conspiración resulte eficaz, debe permanecer dividida en partes… por eso los hermanos von Boeselager y me imagino que otros más no cayeron en la purga.
El libro me ha gustado, ya con “Operación Valkiria” de Jesús Hernández descubrí que en Alemania también existieron personas en contra del régimen nazi, que ayudaron a los judíos, que dieron su vida por sus ideas en contra del régimen. Y no es que Philipp presente al ejército como los salvadores de la patria, como desconocedores del exterminio, es más tiene palabras muy duras… “Había que aceptar lo evidente, el Estado estaba totalmente corrompido por el vicio y el crimen, y el ejército, con su obediencia y silencio, se convertía en cómplice del sistema.”
¿Porqué intentar eliminar a Hitler, cuando los aliados ya han desembarcado en Normandía y el frente ruso se está desmoronando?? en palabras de Tresckow… buscaban demostrar al mundo entero y a la Historia que el movimiento de resistencia alemán tuvo el valor de jugarse el todo por el todo, aun a riesgo de perder su vida.
Tengo pendiente de leer un libro sobre la Iglesia en el régimen nazi : ”Un Obispo contra Hitler” de Stefania Falasca, pero Philipp recuerda los sermones del Obispo de Munster, monseñor Von Galen, contra la eutanasia en el verano del 1941, que obligó al gobierno a parar el programa T4, dedicado a erradicar a los discapacitados.
1 comentario:
Vaya, no me atrae este tipo de lecturas, pero lo explicas tan bien que no parece desagradable...
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